La Unión de Naciones Sudamericanas, para su mayor entendimiento,
simplemente UNASUR, ha sido desde su creación y la oficialización de sus
funciones en el año 2011 un bloque que, a pesar de tener entre sus principales
objetivos –tal como dicta su nombre- la unión y paz entre sus países
integrantes, ha sido uno de los más conflictivos e incluso cizañadores con el objetivo
de lograr el oculto afán que a través de los años ha sabido sacar a relucir:
Una hegemonía de izquierda.
Ser de izquierda no es un pecado, pero crear un bloque a nivel
subcontinental con la fachada de promotor íntegro de la paz y progreso, eso sí es
bastante indignante.
Es inevitable recordar a uno de los principales – por no decir el
principal – cabecillas en esta manada: El difunto presidente de la República
Bolivariana de Venezuela: Hugo Chávez Frías, quién es ahora reconocido por esta
fundación como “El visionario de la paz que la UNASUR fomenta”.
Por supuesto, todo dictador es un héroe después de muerto; pero
ciertamente me queda la duda de saber ¿qué paz se fomentó? ¿Acaso fue en
Paraguay hace menos de un año?
Inolvidable fue aquella acción de su entonces Ministro de Relaciones
Exteriores, Nicolás Maduro –actualmente, y me atrevo a decir que dudosamente,
Presidente de Venezuela - al tildar de
urgente la inmiscusión de la UNASUR en un conflicto netamente interno de Paraguay como lo fue la destitución
del ahora ex – presidente de Paraguay, Fernando Lugo, acusado de mal desempeño
de sus funciones públicas a raíz del alarmante número de muertos y heridos en
el enfrentamiento militar-campesino en Curuguaty.
Pero hablar de un simple entrometimiento de parte de la UNASUR y
especialmente del Canciller Venezolano, sería algo bastante escueto para la
realidad, ya que esta nos habla de la
nada pacifista y mucho menos diplomática invitación de Maduro dentro del
mismísimo Palacio de López hecha a los
militares paraguayos a iniciar una sublevación contra su propia Carta Magna
aludiendo que, de no hacerlo, ellos y el pueblo pagarían por las
consecuencias.
¿Acaso no es esta la más transparente y bella lección de unidad y
solidaridad con un país vecino?
Las respuestas son bastante obvias desde mi punto de vista.
Asimismo podemos dar un gran ejemplo de esta reciente y popular frase:
“Chávez no ha muerte, Chávez es un pueblo”, así como se puede agregar que “Chávez
es la UNASUR”, pero eso es a gusto del cliente.
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Interesantes elecciones de temas fueron los seleccionados en la reunión
convocada por nuestro actual mandatario, Ollanta Humala.
Me parece desconcertante la manera en la que estos 8 mandatarios
asistentes – sin contar al agasajado en cuestión, el Sr. Maduro- de esta
reunión aceptaron complacidos aquella venda en los ojos al aceptar un resultado
como el que saltó de las pasadas elecciones venezolanas, los cuales demuestran
el rechazo de la mitad de todo un país ante la posible continuación de un
régimen que no ha traído más que una pobreza tan crónica como los desniveles en
la economía de aquel país. Y si esos son motivos de poco peso, el hecho de las
más de 3000 incidencias encontradas en estas elecciones, así como los
hostigamientos y agravios de parte del oficialismo venezolano, pues pienso que
añaden el peso restante.
Puede que sea una congregación de
intereses personales de cada mandatario, o puede que sea un fiel respeto a la
soberanía de un Rey muerto, pero si hablamos de la UNASUR y del desempeño de
sus funciones y la palabra clave en su nombre: Unión; pues es claro decir que
estos solo existen en pensamiento, nombre y, por supuesto, para permitirle a
los niños de aquel padre “visionario”
seguir jugando a ser los mesías de una revolución retrógrada.
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