Dejando atrás el relato al estilo
de Disney – o en todo caso al de la Rosa de Guadalupe – veamos quién es en
realidad César Acuña en una somera descripción: Personaje que al mismo estilo
del cholo sano, sagrado y, últimamente, blindado, Alejandro Toledo, emergió a
la grandeza procediendo de una familia de escasos recursos. Egresado con el
título de Ingeniero Químico de la Universidad Nacional de Trujillo luego de 10
años de estudios (Un momento, ¿Las carreras no toman 5 años?) arrastrando con
él ciertos actos de dudoso origen con
respecto a su titulación. Fundador de una de las universidades más comerciales
del país, Universidad César Vallejo, la cual es clarísima muestra de cómo la
educación en el Perú se ha convertido en el negocio más rentable para cualquier
persona con dinero para invertir. Pero
Acuña, tan extrovertido como es, no podía dejar a la política fuera de su
Curriculum Vitae, fue así que incursionó como Congresista, y luego de fundador
de su propio partido “Alianza para el Progreso”, consiguiendo contra todo
pronóstico, derrocar la preponderancia Aprista en el norte del país al ser
electo como Alcalde del departamento de Trujillo desde el 2007.
Con este brevísimo resumen de la
vida y trayectoria de César Acuña Peralta, podemos decir que su candidatura para
las futuras campañas del 2016 no es algo tan descabellado, ya que pinta a la
perfección como el modelo de alguien que sí puede ser profeta en su propia
tierra, sin embargo ¿qué hay detrás de este señor que, con orgullo, grita a los cuatro vientos que nunca leyó un
libro en su vida, pero que eso no lo detuvo de triunfar como empresario –y aún más en educación?
Actualmente el nombre del señor
Alcalde de Trujillo suena y con fuerza en las páginas políticas de todo el
Perú. Y no, no es por su magistral labor como autoridad edil, sino por el
contrario, por sus dudosas, poco éticas e -
en el caso de que se pruebe - ilegales acciones públicas.
Remontémonos
a su campaña del año 2010, en las cuales Acuña participaba para su reelección. En
ese entonces se realizaron multitudinarios mítines, se dispararon los regalos y demás, sin
embargo, ahora, 3 años después de esas épocas en las que los políticos son los
mejores amigos que uno podría desear, salen a la luz videos en los cuales
Acuña, fungiendo como aún alcalde de Trujillo, habla explícitamente de su
estrategia de campaña
"Vamos a llegar a 10 mil familias y 10 mil familias por cinco son cincuenta mil".
Pero, obviamente, la mejor manera de llegar es con el siempre y útil: Dinero. Aquí existen diversos problemas que saltan a la vista de cualquiera con dos dedos de frente; sin embargo, el que más preocupa es ¿Con qué dinero se compran esos votos -porque evidentemente eso es un compro descarado de votos? ¿Serán con los grandes billetes que las universidades del señor dan mensualmente o, lo que es peor aún, del dinero de la municipalidad del departamento?
El Señor Acuña ha dicho tajante - o cínicamente - que ese dinero del que se habla en esas grabaciones no tiene nada, pero absolutamente nada y, para asegurar una vez más, nada que ver con el municipio trujillano, ya que son íntegramente provenientes de sus negocios y con eso, él puede hacer y deshacer a su antojo.
Por supuesto, si uno tiene el dinero, ¿Por qué no comprar
los votos de cuantas personas alcance? Eso no tiene nada de malo, no importa si
no es ético, no importa si es una vil táctica asistencialista. Eso no tiene
nada de reprochable siempre y cuando salga del bolsillo propio. ¿No es así,
querido César?
No es por hacer leña del árbol caído, pero ¿cómo puede
estar permitido que un tipo así, con un sentido de la ética que arrastra en sus
talones, dirija universidades peruanas? Claro, es su dinero y si quiere hacer
un negocio de la educación, ¿por qué no? Como le gusta repetir a César: “Es mi
dinero, no del municipio”.
Pero eso no es todo por lo cual Acuña le ha robado
portadas a Toledo y su suegra en los últimos días, ya que hace menos de una
semana, un nuevo Video-Acuña salió a luz en el cual el mal uso del dinero
municipal parece estar más que claro mediante estas palabras: “Tenemos que invertir dinero de la Caja en crear una imagen del alcalde
… ustedes
(altos mandos de dicha Caja) definirán, no sé cuánto va a costar… y por si
acaso no estamos haciendo algo malo, estamos haciendo lo que los demás hacen, o
no?”
¿Y ahora que dirá nuestro cajamarquino sano y sagrado? ¿Qué es el dinero de sus
negocios? ¿Seguirá mostrando esa careta de despreocupación ante los
hechos?
Si algo es claro en todas estas acusaciones es que
todo está sumamente empañado por movimientos irregulares de parte de Acuña, sus
pretensiones de poder y el séquito de personajes que conforman su partido, así
como en algún momento pertenecieron a otro y se cambiaron por cualquier motivo
menos convicción.
Ahora todo esto queda en manos de la fiscalía –sí,
esa misma que archivó el caso de lavado de activos en los que Acuña se vio
sumergido años antes – y lo único que nos queda a nosotros, como peruanos, es
simplemente pedirle al hada madrina que, para la próxima oportunidad, elija
bien a quien le concede los deseos de grandeza.
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